19 jul 2010

LEYENDAS DE SAN BORONDON

La Isla de San Borondón, cuando se ha revelado, lo ha hecho mostrándose en marcos y escenarios diferentes. Unas veces ha sido a cielo despejado, sin nubes ni brumas que deformasen la visión. Otras, con las alturas encapotadas, convertidos los cielos en un cúmulo de bardas, nimbos y celajes. Y otras, entre el estruendo de tormentas, nieblas y turbonadas. Esa diversidad de las condiciones climatológicas en las que se han visto envueltas las apariciones de San Borondón contradice la argumentación de “los ojos equívocos”. Esto es, la opinión de quienes sostienen que la Isla sólo es producto de una suerte de espejismo, una travesura óptica que engaña nuestros ojos haciéndonos ver sobre el mar el reflejo de una tierra que se proyecta en el cielo y que el cielo devuelve a las olas y a la mirada. Este es el fundamento, por ejemplo, de las tesis de las parhelias y paraselenes: los soles y las lunas aparentes, vistos por reflexión en las nubes especulares.

Con similar talante hay quien mantiene que se trata de una acumulación de nubes y vapores que el viento Sur-Este reúne para formar con ellos una considerable masa, capaz de oscurecer el horizonte semejando tierra.

Pero entonces, ¿cómo explicar la aparición de la Isla de San Borondón cuando en el cielo no hay nubes, o cuando es limpio y claro el horizonte, o cuando soplan aires del Poniente, o cuando es ninguno el viento? Y lo que es más decisorio: ¿cómo justificar la constante uniformidad de sitio, figura y extensión que presenta la Isla cuando se muestra ante los ojos asombrados?... Las hipótesis de explicación ceden ante los enigmas.

Enigmas como el de las frutas y ramas náufragas. Y es que con frecuencia, y en especial después de las tempestades del Nor-Oeste, en las playas de La Gomera y El Hierro en más de una ocasión se encuentran encalladas unas ciertas frutas, ramas y hasta árboles casi enteros desconocidos, sin semejanza con los del Archipiélago. Su remota e ignorada procedencia es situada por algunos en la Isla de San Borondón.


El tiempo ha ido acumulando noticias de gentes que afirmaban haber visto o haber estado en la mágica Isla. Se trata de relatos más o menos objetivos, con visos de testimonio personal y pertenecientes al dominio de lo cotidiano, no leyendas o historias surgidas de la ficción imaginativa o de los derroteros de lo fantástico.

Entre esos testimonios puede señalarse la conversación que nuestro Fray Abreu Galindo mantuvo con un aventurero francés que acababa de estar en San Borondón, y de la que dejó constancia escrita. Aseguraba el francés que en las proximidades de Canarias le sorprendió una tormenta y llegó desarbolado a cierta tierra incógnita, poblada de árboles robustos, donde desembarcó. Allí se aplicó con sus gentes a talar y labrar uno de aquellos árboles para reparar los daños de la nave. Al caer la noche, la atmósfera comenzó a cargarse tanto que no tuvieron por prudente pasar la noche en esa isla y volvieron a su navío, navegando a vela con tanta premura que al día siguiente arribaron a La Palma.

Video sobre la isla de San Borondon