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Naturalmente los aborígenes herreños están afectados, en cuanto a su procedencia, fecha y forma de llegada por las mismas dudas que los habitantes del resto de las islas, los numerosos estudios realizados colocan sus origines en el norte de Africa y sus características por los análisis a los esqueletos aborígenes son de dos tipos claramente definidos el tipo cromañoide y el mediterranoide. Asi Abreu Galindo hacia el año 1600 especifica como era la isla de el Hierro “Es muy fragosa toda esta isla en redondo, desde la costa de la mar hasta una legua tierra adentro y se camina por ella con mucha dificultad y trabajo. Andada la legua es tierra llana, poblada de mucha arboleda, son pinos, brezos, sabinas, palos blancos, laureles, adernos, barbusanos, aceviños, mocanes, escobones, retamas y algunas palmas. No produce esta tierra dragos, Es muy copiosa en herbajo para ganados y en esto excede a las demás islas. Las flores son de muy suave fragancia, a cuya causa es extremada la miel que en esta isla se coge y las abejas enjambran y multiplican mucho. Las aguas en esta isla son pocas, aunque hay relamente algunas fuentes, pero la principal de que se sustentan los vecinos y sus ganados es la que destila un árbol”
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El aislamiento, la aspera orografía de la isla, la falta de medios para labrar un suelo pedregoso y pendiente, la abundancia de grandes zonas arboladas, etc. Eran realidades que dejaban a los isleños sin opciones para su transformación progresiva y por consiguiente, sobrevivían estancados física y culturalmente.
La sociedad herreña baso su vida de manera fundamental, en la ganadería que no solo le proporcionaba una amplia gama de productos de gran importancia para su alimentación, sino que también le suministraba materias primas para la fabricación de utiles y enseres necesarios para su vida.
Para alimentarse utilizaban los frutos y semillas de los arboles, especialmente de los pinos, madroños, vicacaros, zarzas y mocanes, siendo el el fruto de este ultimo el mas utilizado. Aprovechaban asimismo los tallos, hojas y raíces de diversas plantas silvestres con fines alimenticios. Cuando escaseaba el grano, hacían su gofio con raíces de helecho, previamente secadas al sol. Costumbre que también fue utilizada hasta bien entrado el siglo xx
Capturaban también animales, tanto terrestres como aves probablemente mediante trampas, basándose en el conocimiento de los habitos de las especies buscadas.
